Dice una cuarteta española muy conocida:
En este mundo traidor,
nada es verdad ni mentira,
todo es según el color
del cristal con que se mira
En mi opinión personal, refleja una realidad que todos percibimos con frecuencia y es que nuestros juicios y nuestras opiniones siempre están filtrados por nuestra subjetividad, por nuestra ideología, por nuestra visión de la vida, por nuestra actitud, por nuestro momento personal o incluso por nuestro estado de ánimo.
Por eso las conclusiones de las personas ante una misma realidad pueden ser tan distintas, y por eso unos ven oportunidades donde otros ven problemas, de la misma manera que unos ven una botella medio llena donde otros ven una botella medio vacía.
Durante sus años de predicación Jesús trató de mostrar a quienes le escuchaban entonces – igual que trata de mostrarnos a nosotros hoy – que tenemos un Dios Padre en el Cielo con el que nos podemos tratar. La relación con el Padre debemos cultivarla igual que cualquier otra: ¿no nos ocupamos de llamar a nuestros amigos, o a nuestros hermanos o a nuestros padres para charlar con ellos, para estar con ellos, para que nos aconsejen, para contarles nuestras cosas y para que ellos nos cuenten las suyas? En España decimos que “el roce hace el cariño”… y yo la verdad es que lo veo también muy aplicable a la relación con Dios. ¿Por qué no tratarnos habitualmente con Él?, ¿por qué no ir avanzando cada vez más en intimidad y en confianza? Podemos confiarle nuestras alegrías, nuestras penas, nuestras inquietudes, nuestras inseguridades, nuestros miedos, las necesidades de los que nos rodean o nuestras propias necesidades. Él siempre estará deseando que lo hagamos porque nos quiere más – mucho más – de lo que podríamos siquiera imaginar.
Además, es un un Padre que todo lo puede:
«Por eso os digo: no estéis agobiados por vuestra vida pensando qué vais a comer, ni por el cuerpo, pensando con qué os vais a vestir. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo que el vestido? Mirad los pájaros del cielo: no siembran ni siegan, ni almacenan y, sin embargo, vuestro Padre celestial los alimenta ¿No valéis vosotros más que ellos? ¿Quién de vosotros, a fuerza de agobiarse, podrá añadir una hora al tiempo de su vida? ¿Por qué os agobiáis por el vestido? Fijaos cómo crecen los lirios del campo: ni trabajan ni hilan. Y os digo que ni Salomón, en todo su fasto, estaba vestido como uno de ellos. Pues si a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se arroja al el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más por vosotros, gente de poca fe?». (Evangelio Mateo 6, 25-30).
Jesús nos invita a vivir con Fe. Nos invita a mirar la vida a través de las gafas de la Fe:
Porque quien confíe en las palabras de Jesús y crea que cuenta con ese Padre en el Cielo – quien de verdad lo crea y actúe en consecuencia – sentirá cómo su vida adquiere otra dimensión y se convierte en una vida con mucho más sentido y mucho más valiosa. Y se sentirá una persona más fuerte, más valiente, con más ganas, más capaz, se sentirá una persona respaldada por el mismísimo Dios Padre y sabedora de que donde ella no llegue, llegará Dios.
¿Se puede pedir más?
La imagen es de MabelAmber en pixabay
Me encanta!!