Evangelio Juan 17, 20 – 26 «Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y estos han conocido que tú me enviaste»
«No solo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno; yo en ellos, y tú en mí, para que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has enviado y que los has amado a ellos como me has amado a mí. Padre, este es mi deseo: que los que me has dado estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria, la que me diste, porque me amabas, antes de la fundación del mundo. Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y estos han conocido que tú me enviaste. Les he dado a conocer y les daré a conocer tu nombre, para que el amor que me tenías esté en ellos, y yo en ellos»
La imagen es de Free-Photos en pixabay
Reflexiones relacionadas
No es posible para nosotros imaginar la infinitud del Padre. En su defecto, lo que sí que podemos hacer es mirar a Jesús, que es Dios hecho hombre; que es Dios con las capacidades humanas y con las limitaciones humanas. Mirando a Jesús, podemos atisbar al Padre. Porque Padre e hijo están tan unidos que tienen un mismo obrar, un mismo sentir y un mismo querer: Jesús respira la esencia del Padre
Cada uno de nosotros somos únicos
Cada uno tenemos un papel distinto en la vida y todos somos necesarios los unos para los otros. Llegar a aceptar que cada uno tenemos nuestra función y que para cumplirla estamos dotados, nos hará mucho más felices; porque evitará que nos andemos comparando con los demás en aspectos en los que no debemos y en los que siempre encontraremos quien sobresalga más que nosotros
Deja una respuesta