A lo largo de la vida se van sucediendo los momentos buenos y los que no lo son tanto: los días de alegría y los de tristeza, los días de éxitos y los de fracasos, los días de salud y los de enfermedad, los días de seguridad y los de inseguridad, los días de avances y los de retrocesos, los días de sol y los días grises, los días en los que parece que todo sale bien y esos días en los que parece que no acertamos con ninguna de las decisiones que vamos tomando.
En ocasiones, tenemos capacidad de influir en la marcha de las cosas. Pero son muchas las veces en las que las situaciones se presentan sin que nosotros podamos hacer nada por evitarlo. Y lo único que está en nuestra mano es reaccionar.
Y en nuestra respuesta frente a lo que nos pasa es en la que se ve la pasta de la que estamos hechos y lo que llevamos en el corazón.
¿Cuál es nuestra respuesta frente a los éxitos? ¿Nos hacen sentir que llegan por nuestros méritos o nos llevan a valorar a todos aquellos que nos han ayudado a conseguirlos? ¿Nos llevan a la soberbia y a mirar a los otros un poco por encima del hombro o nos hacen sentir que son una oportunidad para servir más y mejor? ¿Nos encanta que todo el mundo los conozca y nos valore por ellos o nos sentimos más cómodos viviéndolos desde la discreción?
¿Cuál es nuestra respuesta frente a los fracasos? ¿Nos llevan a hundirnos o nos ayudan a aprender de ellos y a salir reforzados? ¿Nos conducen a la autocompasión o nos ayudan a comprender mejor a otros?
¿Cuál es nuestra respuesta en los días felices? ¿Los valoramos como el tesoro que son? ¿Nos hacen sentirnos agradecidos? ¿Sentimos la necesidad de compartirlos y hacer partícipes de ellos a quienes queremos y a aquellos a los que no les va tan bien? ¿O acaso tendemos a disfrutarlos sin más, como si siempre fueran a estar ahí o como si fueran el resultado de nuestros méritos?
¿Cuál es nuestra respuesta en los días en los que parece que todo sale mal? ¿Nos enfadamos con el mundo? ¿Lo pagamos con los que tenemos más cerca? ¿Buscamos a quien echar la culpa o hacemos autocrítica y reconocemos aquello que podríamos haber hecho mejor?
Nuestra actitud lo es todo. Porque siempre podremos encontrar un lado positivo a las cosas y siempre podremos encontrar su peor ángulo. Siempre podremos tratar de aprender de las circunstancias complicadas e incluso crecernos frente a ellas y siempre podremos tirar la toalla esperando hundirnos o esperando que venga otro detrás a resolvernos los problemas. Siempre podremos tratar de mirar a través de las gafas del amor o hacerlo a través de las del egoísmo.
Y siempre, siempre, siempre, en los momentos buenos y en los momentos malos, podremos acudir en busca de ese Dios que es, sobre todo, Padre, para pedirle ayuda, consuelo, luz o fortaleza. O, simplemente, para estar con Él y para darle las gracias por tanto.
La imagen es de Bru-nO en pixabay
Mil gracias por este comentario al Evangelio que hay publicado. Da en la clave y el punto de muchas de las cosas que me suceden
Divina reflexión . Una semana más GRACIAS
Muchas gracias por tus palabras de todas las semanas, son muy acertadas y sabias
Muchas gracias por tus palabras de todas las semanas. Nos hace reflexionar
Impresionante reflexión, gracias