«Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla»
Evangelio del día 29 de abril de 2022 – Mateo 11, 25 – 30
En aquel tiempo, exclamó Jesús: «Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.»
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¿A quiénes regala Dios su luz?

Para entender la doctrina que nos trajo Jesús no hace falta ni ser muy inteligente, ni ser un erudito ni tener estudios de teología. Ni siquiera hace falta ser adulto. Para entenderla – entenderla con profundidad – hace falta una luz que es Dios quien la regala. Y la regala a quien quiere y cuando quiere.
Venid a Mí los cansados y agobiados

A lo largo de la vida todos pasamos etapas complicadas en las que parece que todo se nos desestabiliza y el agobio nos invade: enfermedades, deslealtades, desempleo, estrecheces económicas, … la lista podría ser bastante extensa.
Otras veces, somos nosotros mismos quienes nos generamos esa desazón de la nada, imaginando situaciones que no han ocurrido y que en la mayoría de los casos ni siquiera llegan a ocurrir nunca.
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