Evangelio Lucas 10, 38 – 42 «Marta, Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas; solo una es necesaria»
Entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Esta tenía una hermana llamada María, que, sentada junto a los pies del Señor, escuchaba su palabra. Marta, en cambio, andaba muy afanada con los muchos servicios; hasta que, acercándose, dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola para servir? Dile que me eche una mano». Respondiendo, le dijo el Señor: «Marta, Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas; solo una es necesaria. María, pues, ha escogido la parte mejor, y no le será quitada».
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Quienes vivimos en grandes ciudades tenemos muchas veces la sensación de llevar una vida demasiado sobrecargada de planes, tareas y obligaciones, en la que casi no nos queda tiempo para nada.
Algunos de esos planes, tareas y obligaciones – ligados normalmente a nuestra vida profesional o familiar – nos vienen impuestos y no tenemos más remedio que asumirlos. Pero lo cierto es que hay otros muchos sobre los que sí que tenemos capacidad de elección: son oportunidades que podemos tomar o que, por el contrario, podemos dejar pasar. Y, en mi opinión, es importante que tengamos un criterio claro con el que elegir
Lo que de verdad importa
La vida pasa una única vez. Y somos nosotros quienes decidimos – aunque, desde luego, con limitaciones – cómo queremos vivirla. Somos nosotros quienes decidimos en qué queremos invertirla. Y eso que hayamos hecho es lo que encontraremos al final de nuestros días cuando miremos hacia atrás, cuando ya nada podamos hacer por cambiarlo
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