Jesús siempre tuvo una especial debilidad por las personas más vulnerables. De ahí, por ejemplo, su sermón del monte, en el que llama nada menos que bienaventurados a los pobres, a los mansos, a los que lloran o a los que tienen hambre y sed de justicia. Muchas personas vulnerables había en la sociedad de entonces; entre ellas, por supuesto, se encontraban las mujeres, por el rol tan secundario y tan dependiente de los hombres al que las tenía relegadas la sociedad.
Jesús vivió con un profundo respeto hacia ellas. Y en su vida lo cierto es que las mujeres jugaron un papel especialmente relevante:
Sin lugar a dudas la mujer más importante de su vida fue María. Ella fue para él mucho más que la persona que lo llevó en su vientre y la persona que lo crió. María fue escogida por el mismísimo Dios Padre de entre todas las mujeres como madre de Jesús aquí en la tierra. Y fue elegida entre todas las mujeres porque ya vivía en su día a día con el estilo de vida que Jesús comenzaría a predicar 30 años después: María ya vivía con una gran Fe y ya vivía también desde un profundísimo amor a los demás; de ahí su generosísimo sí al ángel Gabriel, a Dios Padre y a nosotros. Era cristiana antes de que naciera Jesús y lo siguió siendo siempre; por lo que a madre e hijo, además de la sangre, les unía un mismo Espíritu. Y tanto fue así, y tan hondamente comprendió María el sentido de la doctrina de Jesús, que fue también un pilar para los apóstoles tras la muerte y resurrección de su hijo.
Jesús no dudó nunca en enfrentarse a quien hiciera falta por defender a la mujer. Y si hay un caso precioso y relevante en el Evangelio, en mi opinión, ese es el caso de María Magdalena, sorprendida en adulterio; la Ley mandaba apedrearla y ¿qué hizo Jesús? Astutamente, y sin ponerse en contra de la Ley, dijo “El que esté sin pecado, que tire la primera piedra” (Evangelio Juan 8, 7). Y todos se fueron yendo hasta que quedaron la adúltera y Jesús, solos, frente a frente. ¿Qué alivio no sentiría aquella mujer sabiéndose liberada de una muerte segura y sabiéndose liberada de sus pecados? Por defenderla, por perdonarla y por devolverla a la vida, Jesús se enfrentó valientemente a escribas y fariseos, poderosos personajes de entonces, que por gestos como éste terminaron clavándolo en una cruz.
Sentía debilidad por las personas más vulnerables, entre las que se contaban las mujeres. Y especialmente vulnerables entre ellas eran las que además, quedaban viudas, quienes a duras penas salían adelante. Fue ese el caso de la viuda de Naín, con la que se cruzó cuando iba camino de enterrar a su único hijo. Cuando la vio se compadeció de ella, la consoló y le regaló la resurrección de su hijo.
Tuvo gestos de acogida también hacia mujeres que no pertenecían al pueblo de Israel, llegando incluso a cambiar los planes del Cielo para atenderlas. Fue el caso de la cananea, a la que le regaló la sanación de su hija. Y fue el caso también de la samaritana, a la que le enseñó su doctrina.
También tuvo amigas. Con las que compartía regularmente mesa y mantel, a las que quiso, a las que educó en la Fe, y de las que cuidó cuando fue menester. Fue el caso de Marta y María, hermanas de Lázaro, en cuya casa se hospedó siempre que lo necesitó.
Las mujeres siempre respondieron bien a Jesús. En el momento sin duda más duro de su vida – la Pasión – Judas lo traicionó, Pedro lo negó y todos los demás apóstoles, excepto San Juan, huyeron asustados. Al pie de la Cruz, acompañándolo en el momento de su muerte, estuvieron, además de San Juan, tres mujeres: su madre, María la de Cleofás y María Magdalena. Firmes, a su lado, hasta el final.
Y tan en su justo sitio tenía Jesús a las mujeres que, pese a lo machista de aquella sociedad de entonces, tras su muerte, antes de aparecerse a sus apóstoles, se apareció a María Magdalena. ¡Eso sí que es saltarse las reglas sociales! ¡Para quitarse el sombrero!
Jesús fue rompedor por la doctrina que nos trajo. Fue rompedor por su preferencia por los débiles. Fue rompedor por mantener siempre una actitud de acogida hacia los excluidos de la sociedad. Y, sin duda, fue rompedor porque dio a la mujer el sitio que siempre debió tener.
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Yo, como le dijeron a Jesús en su momento (tomandome alguna libertad) ,no puedo evitar decirte
VIVA LA MADRE QUE TE PARIO Y EL ESPIRITU DE AMOR QUE TE EDUCO
Gracias, gracias, gracias
gracias Marta por esta reflexión tan clara de Jesús defendiendo a las mujeres en un día en el que se habla tanto del machismo en la iglesia .
Esta muy claro que siempre hay que ir a la fuente (el evangelio )
Querida Marta he leído por primera vez tu blog y me ha emocionado. Un fuerte abrazo, Susana Reina.