«No temas; desde ahora serás pescador de hombres»
Evangelio del día 7 de septiembre de 2023 – Lucas 5, 1 – 11
En aquel tiempo, la gente se agolpaba en torno a Jesús para oír la palabra de Dios. Estando él de pie junto al lago de Genesaret, vio dos barcas que estaban en ¡a orilla; los pescadores, que habían desembarcado, estaban lavando las redes. Subiendo a una de las barcas, que era la de Simón, le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente. Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: «Rema mar adentro, y echad vuestras redes para la pesca». Respondió Simón y dijo: «Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos recogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes». Y, puestos a la obra, hicieron una redada tan grande de peces que las redes comenzaban a reventarse. Entonces hicieron señas a los compañeros, que estaban en la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Vinieron y llenaron las dos barcas, hasta el punto de que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús diciendo: «Señor, apártate de mí, que soy un hombre pecador». Y es que el estupor se había apoderado de él y de los que estaban con él, por la redada de peces que habían recogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Y Jesús dijo a Simón: «No temas; desde ahora serás pescador de hombres». Entonces sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.
La imagen es de pexels en pixabay
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Pescador de hombres

Uno de los pasajes, en mi opinión, más didácticos del Evangelio es el pasaje en el que invita a Simón Pedro a seguirle y a convertirse en pescador de hombres. Es una invitación que también nos hace hoy a nosotros y que, en nuestra libertad, podemos aceptar o no hacerlo.
Apártate de mí, Señor, que soy un pecador

Muchos de nosotros conocemos a Jesús y a su Evangelio. Y hemos tomado la firme decisión de hacer del Evangelio nuestra vida. Sin embargo sentimos cómo, una y otra vez, no sólo no avanzamos en el camino del amor, sino que nos estancamos e incluso damos pasos hacia atrás. Continuamos cayendo en miserias que deberíamos tener superadas y nos sentimos muy poco merecedores del amor tan incondicional que nos tiene Dios e indignos de la confianza que deposita en nosotros.
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