Ahora ya sí, pasados los días especiales que hemos vivido entre Navidad y Reyes, todos hemos vuelto a nuestra vida cotidiana. También los más pequeños.
Incluso en la Iglesia hemos entrado en esa etapa del calendario litúrgico llamada Tiempo Ordinario, expresión con la que se denomina al tiempo que no coincide ni con la Pascua y su Cuaresma, ni con la Navidad y su Adviento. Son las 34 de las 52 semanas del año en las que no se celebra ningún aspecto particular del Misterio de Cristo*. Constituyen el período más largo y, al menos en teoría, el menos especial.
Hay entre nosotros quienes se derrumban un poco cuando elevan la mirada hacia las próximas semanas: vuelta a la rutina, cuesta de enero, mucho trabajo, sin días de fiestas, con tiempo frío hasta que empiece a asomar la primavera… uff!!
Esa no debe ser en ningún caso nuestra actitud. Porque nuestra vida no puede tener el foco puesto en lo extraordinario sino que más bien debe tenerlo en lo ordinario, en lo que pasa en ella la mayoría de los días. ¿De verdad estamos dispuestos a conformamos con encontrar la felicidad en los fines de semana y en las vacaciones? ¿No es mucho más sensato aspirar a ser felices todos los días del año?
Nuestro problema está, creo yo, en la que forma en la que desde el mundo buscamos la felicidad: la buscamos en viajes, comidas, caprichos, regalos, en días de brillos o en días de triunfos. Y eso son circunstancias que a veces se dan y a veces no. Y son circunstancias, por otro lado, muy pasajeras, que más que felicidad, lo que nos traen son momentos placenteros.
La propuesta que nos hacen desde el Cielo es que vivamos la vida ordinaria, la normalita, con un corazón extraordinario. Porque eso es lo que dará a nuestra vida su verdadero sentido y lo que, además, nos traerá esa tan ansiada felicidad, que tan mitificada tenemos en entre nosotros. Vivir desde el amor -desde un profundo amor a Dios y un profundo amor a los hombres- es algo que, además, podemos y debemos hacer todos los días del año:
Podemos vivir desde el amor los días de vacaciones, los días de éxitos, los días de brillo, los días de salud o los días de tranquilidad.
Y podemos también vivir desde el amor los días grises, los días de rutina, los días tristes, los días de fracasos, los días de dolor o los días de enfermedad.
Porque el amor es una disposición del corazón, una actitud que puede ir con nosotros siempre. Hagamos lo que hagamos y sean cuales sean las circunstancias que envuelvan nuestro día a día.
Estamos estrenando un nuevo año en nuestra vida y tenemos una preciosísima libreta en blanco con todas sus páginas por escribir. Ahora que hemos vuelto a nuestra vida cotidiana es el momento de tratar de escuchar qué es lo que desde el Cielo quieren de nosotros y es tiempo también de ponernos en camino.
Y todos, sin excepción, podemos avanzar en el camino del amor.
Tenemos un reto compartido apasionante por delante, que puede y debe ser una aventura maravillosa.
La imagen es de pexels en pixabay
La definición de Tiempo Ordinario está tomada de la definición de la Wikipedia
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