Evangelio del día Imagen agosto 2019

¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres el reino de los cielos! Ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que quieren

Evangelio Mateo 23, 13 – 22

Dijo Jesús: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres el reino de los cielos! Ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que quieren. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que viajáis por tierra y mar para ganar un prosélito, y cuando lo conseguís, lo hacéis digno de la gehenna el doble que vosotros! ¡Ay de vosotros, guías ciegos, que decís: “Jurar por el templo no obliga, jurar por el oro del templo sí obliga”! ¡Necios y ciegos! ¿Qué es más, el oro o el templo que consagra el oro? O también: “Jurar por el altar no obliga, jurar por la ofrenda que está en el altar sí obliga”. ¡Ciegos! ¿Qué es más, la ofrenda o el altar que consagra la ofrenda? Quien jura por el altar, jura por él y por cuanto hay sobre él; quien jura por el templo, jura por él y por quien habita en él; y quien jura por el cielo, jura por el trono de Dios y también por el que está sentado en él».

La imagen es de katrina_S en pixabay

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La hipocresía

La hipocresía está muy extendida en nuestra sociedad. Tanto, que todos conocemos ejemplos de personas que buscan aparentar una bondad que realmente no les brota del corazón ni se corresponde con muchas de sus obras, de personas que buscan aparentar tener una posición social que realmente no tienen o de personas que buscan aparentar una felicidad que realmente no viven.   

Según la wikipedia,  la hipocresía viene del deseo de esconder a los demás nuestros motivos reales o sentimientos: no se trata simplemente de inconsistencia entre aquello que se defiende y aquello que se hace sino que implica falsedad, puesto que eso que se quiere aparentar, buscando la propia gloria, está alejado de la realidad

Cuidado con la hipocresía

Uno de los grandes males de nuestra sociedad es la hipocresía: eso que nos lleva a mostrar a los demás una versión de nosotros mismos que no se corresponde con lo que realmente somos, lo que realmente vivimos o lo que realmente llevamos en el corazón.

Es relativamente fácil que quienes nos rodean lleguen a creerse esa versión de nosotros que les mostramos. Incluso es posible que consigamos hasta engañarnos a nosotros mismos. A quien de ninguna manera podremos engañar jamás es a Dios

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