Jesús nos invita a conocer su doctrina y a vivirla desde nuestra vida cotidiana. Y nos promete que, si lo hacemos, conoceremos la verdad y su conocimiento nos hará libres:
Dijo Jesús a los judíos que habían creído en él: «Si permanecéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres». Le replicaron: «Somos linaje de Abrahán y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: “Seréis libres”?». Jesús les contestó: «En verdad, en verdad os digo: todo el que comete pecado es esclavo. El esclavo no se queda en la casa para siempre, el hijo se queda para siempre. Y si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres. (Evangelio Juan 8, 31 – 36).
La doctrina de Jesús no es más que una invitación a vivir desde el amor: es una invitación a que hagamos del amor nuestro estilo de vida.
Quienes van avanzando por ese camino van asemejándose cada vez más a Dios, quien es el Amor, así, con mayúsculas. E irse asemejando a Él es ir pensando e ir actuando cada vez más con Su estilo, lo que lleva consigo el ir viviendo una vida cada vez más divina ya aquí en la tierra.
En la medida en la que se va avanzando en ese camino del amor se va teniendo la certeza de estar en la verdad y se va ganando libertad:
Porque va guiando, cada vez más, el Espíritu. Y ese Espíritu inspira y facilita un criterio, una seguridad y una luz que están muy por encima de las normas, que de repente se quedan cortas. Cortísimas.
Las leyes y las normas en nuestras sociedades son necesarias porque protegen los derechos de todas las personas – incluso de las más vulnerables – y evitan abusos. ¿Pero no es acaso eso un listón de mínimos para quien ama? El que ama al otro no sólo no abusará de él sino que lo atenderá y lo cuidará en la medida en la que esté en su mano hacerlo. ¡Cómo va a conformarse con no abusar!
En el uso de esa libertad Jesús hacía curaciones también los sábados pese a estar el trabajo en sábado expresamente prohibido en la ley. Pero ¿cómo iba a anteponer su descanso personal al hecho de que una persona pudiera quedar sanada de una lepra o de una ceguera? Con su doctrina Jesús no vino a incumplir la Ley sino más bien todo lo contrario: vino a darle todo su sentido. Y en los casos en los que encontró conflicto entre el cumplimiento de la ley y el bien del hombre Jesús siempre escogió el bien del hombre.
Porque se tiene esa sensación de ser el rey del mundo y de poder con todo tan solo por vivir protegido por ese Padre que todo lo puede y que, dicho sea de paso, no elimina de la vida de los suyos los sinsabores y el dolor. Pero incluso los sinsabores y el dolor se viven desde la Esperanza, se viven desde la seguridad de que todo tiene un porqué y un para qué y se viven desde la certeza de que el final será feliz.
Porque se tiene una confianza tan grande en esa paternidad de Dios que incluso dejan de preocupar los posibles errores que, desde la buena intención, se puedan cometer: porque se vive desde la seguridad de que Dios se las apaña para enderezarlos y sacar, también de ellos, grandes bienes.
Quien por el contrario no se deja guiar por ese Espíritu del amor, vive para sí mismo, vive desde el egoísmo y vive desde la esclavitud que suponen las ataduras de los placeres y las miserias de la tierra, sufrirá remordimientos y desasosiegos. Y se encontrará, inevitablemente, con la muerte tras esta vida, cuando Dios ya nada querrá con él; de ahí «El esclavo no se queda en la casa para siempre«.
Cierro esta reflexión con una frase preciosa de San Agustín que, en mi opinión, resume maravillosamente bien esa libertad a la que los cristianos estamos llamados:
«Ama y haz lo que quieras»
La imagen es de Greyebaby en pixabay
Muchas gracias por tus palabras. Buscaba una respuesta. Tengo la necesidad de vivir en libertad y este artículo puede ayudarme a vivir esa libertad. Saludos desde España.