Evangelio Juan 20, 19 – 23 «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo»
Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros». Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo». Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».
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Jesús dedicó su vida a extender la Buena Noticia que había venido a traernos: que Dios es Padre y que los hombres estamos aquí para amarnos unos a otros. Y transmitió su mensaje su mensaje al pueblo de Israel tanto a través de sus palabras como a través de sus obras.
Tras su muerte y su resurrección llega el momento de extender el cristianismo al resto del mundo, más allá del pueblo de Israel. Y para esa acometer esa importantísima misión cuenta con los discípulos que habían estado conviviendo con él y aprendiendo de sus enseñanzas durante los tres años que duró su vida pública
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