«Al entrar en una casa, saludad; si la casa se lo merece, la paz que le deseáis vendrá a ella»

Evangelio del día 11 de junio de 2022 – Mateo 10, 7 – 13

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: «ld y proclamad que el reino de los cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios. Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis. No llevéis en la faja oro, plata ni calderilla; ni tampoco alforja para el camino, ni túnica de repuesto, ni sandalias, ni bastón; bien merece el obrero su sustento. Cuando entréis en un pueblo o aldea, averiguad quién hay allí de confianza y quedaos en su casa hasta que os vayáis. Al entrar en una casa, saludad; si la casa se lo merece, la paz que le deseáis vendrá a ella. Si no se lo merece, la paz volverá a vosotros.»

La imagen es de StockSnap en pixabay

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Una paz mal entendida

El mundo que nos rodea tiene sus reglas del juego, sus costumbres y sus valores. Sentirnos integrados en él – sentirnos parte de la sociedad – nos resulta agradable porque nos hace sentirnos arropados además de  proporcionarnos una cierta sensación de seguridad. Y llegar a integrarnos es fácil: tan sólo tenemos que dejarnos llevar.

El problema es que las reglas del juego que tenemos no son justas y las costumbres y valores que se han impuesto en la sociedad dejan mucho que desear: porque invitan al individualismo, a que cada uno vayamos a lo nuestro y a dejar tirados en la cuneta a aquellos a los que las cosas no les han ido demasiado bien.  

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