
El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos. Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres
Evangelio Marcos 7, 1 – 13
Se reunieron junto a Jesús los fariseos y algunos escribas venidos de Jerusalén; y vieron que algunos discípulos comían con manos impuras, es decir, sin lavarse las manos. (Pues los fariseos, como los demás judíos, no comen sin lavarse antes las manos, restregando bien, aferrándose a la tradición de sus mayores, y al volver de la plaza no comen sin lavarse antes, y se aferran a otras muchas tradiciones, de lavar vasos, jarras y ollas). Y los fariseos y los escribas le preguntaron: «¿Por qué no caminan tus discípulos según las tradiciones de los mayores y comen el pan con manos impuras?». Él les contestó: «Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito: “Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos”. Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres». Y añadió: «Anuláis el mandamiento de Dios por mantener vuestra tradición. Moisés dijo: “Honra a tu padre y a tu madre” y “el que maldiga a su padre o a su madre es reo de muerte”. Pero vosotros decís: “Si uno le dice al padre o a la madre: Los bienes con que podría ayudarte son corbán*, es decir, ofrenda sagrada”, ya no le permitís hacer nada por su padre o por su madre; invalidando la palabra de Dios con esa tradición que os transmitís; y hacéis otras muchas cosas semejantes».
La imagen es de Engin_Akyurt en pixabay
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¿Con quién queremos quedar bien?

Todas las costumbres, normas o leyes que creamos los hombres son precisamente eso: costumbres, normas o leyes inventadas por hombres. Éstas, en algunos casos están alineadas con el mensaje que nos trajo Jesús y en otros casos no lo están. En ocasiones – las menos – que lo estén o no dependerá de nosotros, de la disposición de nuestro corazón, de nuestra actitud.
Cuando están alineadas, decidir es fácil. Pero ¿qué pasa cuando no lo están?. En estos casos tenemos que “retratarnos” y escoger con quién queremos quedar bien: ¿queremos quedar bien a los ojos de los hombres o queremos quedar bien a los ojos de Dios?
Llamados a la libertad

En la medida en la que se va avanzando en ese camino del amor se va teniendo la certeza de estar en la verdad y se va ganando libertad:
Porque va guiando, cada vez más, el Espíritu. Y ese Espíritu inspira y facilita un criterio, una seguridad y una luz que están muy por encima de las normas, que de repente se quedan cortas. Cortísimas
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