Evangelio apc Puerta

Jesús nos invita a que entremos por la puerta estrecha. ¿Qué es lo que significan sus palabras?, ¿qué es lo que quiere decir con eso?, ¿nos propone renunciar a la felicidad?, ¿nos propone llevar una vida de sacrificio? 

Entrad por la puerta estrecha. Porque ancha es la puerta y y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos entran por ellos. ¡Qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que lleva a la vida! Y pocos dan con ellos. (Evangelio Mateo 7, 13 – 14).

Jesús explicó una y otra vez a lo largo de la vida pública que lo que da sentido a la vida es el amor. Cuando en cierta ocasión un doctor de la ley le preguntó para ponerlo a prueba cuál era el mandamiento principal de la ley, su respuesta fue: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente. Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. En estos dos mandamientos se sostiene toda la Ley y los Profetas» (Evangelio Mateo 22, 37-40). Realmente no se puede ni sintetizar más ni decir más claro.

¿Cuál es, por tanto, esa puerta por la que se nos invita a entrar?. Pues, como no puede ser de otra manera, la puerta por la que se nos invita a entrar es la puerta del amor. Puerta que, además, es el camino de la felicidad.

¿Para quiénes resulta estrecha la puerta?

Muchos de nosotros nos vemos envueltos por los valores que se han impuesto en nuestro mundo. Valores que nos arrastran a tratar de buscar, casi en exclusiva, nuestra propia satisfacción. Y ese es el estilo de vida que adoptamos como propio. Contribuimos así a generar un entorno en el que reina el egoísmo en sus muy distintas variantes, la envidia, los intereses y el consumo y en el que no tenemos  ni disposición ni tiempo para los demás. Inmersos en ese contexto, y bajo esa mirada, ¡cómo no nos va a parecer estrecha la puerta por la que Jesús nos propone entrar!. Estrecha no, ¡estrechísima!. Y de ahí ese «espacioso es el camino que lleva a la perdición».

Otro caso muy distinto es el de las personas que, aún viviendo en el mundo, tratan de buscar a Dios … pero no dan con el camino a seguir. Aquí hay muchos casos de distinta naturaleza, que llevan a muy distintos estilos de vida. Uno de ellos es el de aquellos que buscan al Padre a través de misas, adoraciones, novenas, ayunos, etc. ¿Estoy sugiriendo con esto que no están bien las misas o las adoraciones?, ¡claro que no!, ¡si son fantásticas!, pero siempre que acompañen a una vida dedicada a los demás. De no ser así ni las misas ni las adoraciones tendrán sentido, porque habrán dejado atrás lo más valioso, lo esencial,  lo único que realmente importa: como mejor se ejercita el amor a Dios no es a través de cultos sino atendiendo a sus hijos.

La puerta por la que se nos invita a entrar no admite ni variantes ni interpretaciones: “En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os amáis unos a otros” (Evangelio Juan 13, 35).

La imagen es de huffums en Flickr

1 comentario

  1. Amor a Dios y amor al prójimo son inseparables, así q ojo! Que tampoco sirve de nada la vanidad de «amar» al prójimo sin amar a Dios, pues son obras muertas, metal q resuena y torre de Babel.
    Ni Dios sin prójimo, ni prójimo sin Dios.

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