Evangelio apc escalera al árbol

Dios es padre. Y como tal, le gusta que acudamos a Él para hacerle partícipe de nuestra vida. Para contarle de nuestras alegrías, nuestras penas, nuestras preocupaciones, nuestras inquietudes y para, simplemente, estar en su compañía. Es verdad que Él lo sabe todo de nosotros, conoce nuestros corazones, conoce nuestras limitaciones y conoce lo que necesitamos. Pero como padre le gusta que acudamos a Él, que nos consolemos con Él y que confiemos en Él. Y cuanto más partícipe le hacemos de nuestra vida, más activamente participa de ella.   

«Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá; porque todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre. Si a alguno de vosotros le pide su hijo pan, ¿le dará una piedra?; y si le pide pescado, ¿le dará una serpiente? Pues si vosotros, aun siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que le piden!» (Evangelio Mateo 7, 7 – 11).

Este pasaje del Evangelio nos invita en particular a pedir al Padre todo aquello que necesitemos. Es una invitación a vivir activos y luchando por todo aquello que queremos conseguir, pero con la confianza puesta, no en nuestras fuerzas, sino en el Padre. Sabedores de que Él siempre tiene la última palabra.

Se nos presupone, por supuesto, la sensatez en el pedir: un pedir sin tonterías, sin frivolidades y un pedir desde el amor. Un pedir todo aquello que necesitemos nosotros – tanto asuntos importantes, como cosillas más pequeñas, más propias del día a día – y un pedir, habitualmente, para el otro.

Lo mismo da si pedimos desde la oración, digamos más formal, como si pedimos desde esa oración más «sobre la marcha», en cualquier momento, propia de quien mantiene una relación constante con el Padre a lo largo del día,  y lo mismo se le va el corazón a Dios mientras va en el autobús, que le pide que le eche un capote antes de enfrentar una conversación difícil, que le echa un piropo cuando en el mismo momento que ve concedida una petición. Es igual. Cada uno tenemos nuestro estilo personal y a cada uno nos gusta relacionarnos con los demás de una manera. Y lo mismo con Dios.

No todo lo que pedimos, sin embargo, nos es concedido, al menos tal y como lo solicitamos. ¿Qué es lo que pasa cuando pedimos algo desde el amor y vemos que Dios no nos lo concede?. ¿Es acaso que ha dejado de escucharnos? ¿Es que acaso las palabras de este Evangelio no son siempre ciertas?.

La respuesta a estas preguntas es compleja. Yo, personalmente, más que conocer, intuyo dos posibles razones de Dios en algunas ocasiones:

Nuestros tiempos y los de Dios son muy diferentes. Mientras que nosotros tenemos una tendencia clara a querer ver las cosas resueltas cuanto antes, Dios parece que no tiene prisa y que se hace de rogar. Simplemente espera al que sabe que será el mejor momento para hacer la concesión, en su caso, que le parezca oportuna.

Muchas veces no pedimos lo que resulta más conveniente para nosotros. Nosotros miramos con luces cortas, mientras que Dios tiene siempre puestas las luces largas y ve cada una de nuestras necesidades y peticiones en un contexto mucho más amplio que el que nosotros alcanzamos a ver. Contexto éste que incluye a las personas que nos rodean e incluso la vida que tendremos después de esta. ¿Acaso no conocemos todos casos de personas que tras un golpe duro en la vida se han acercado a Dios y se han hecho sensibles a las necesidades de los demás? ¿Se habrían transformado sus corazones de igual manera con una vida de éxitos y buen pasar? Con este ejemplo simplemente dejo aquí un apunte sobre el misterio del dolor, que merece ser tratado de manera más extensa en otra ocasión.

En otros momentos nos encontramos con que sale Dios con una solución magistral, distinta a la que le pedimos y que nunca hubiésemos podido ni siquiera idear.

Enumerar posibles desenlaces a nuestras peticiones sería una tarea interminable. Tan solo os invito a creer de corazón en la promesa «Pedid y se os dará» y a que en todos aquellos casos en los que sintamos que no estamos siendo atendidos pongamos Fe y no perdamos nunca la seguridad en que Dios, sobre todo, es Padre, que no le gusta vernos sufrir y que siempre, siempre, siempre nos escucha.

La imagen es de dinax en cathopic

4 comentarios

  1. Para cuando las cosas no salen como las habíamos pedido, un profesor mío tenía una frase que siempre recuerdo: “Dios sabe más». Unas veces lo podremos comprobar pasado un tiempo y otras veces no lo comprobaremos nunca en esta vida …

  2. Me encanta este evangelio y el comentario!! Qué bonita es la fé , la confianza en el Padre aunque … a veces duela.

  3. Marta, creo q deberías crear un canal de You tube. Yo te veo sobradamente preparada para hacerlo superbien.
    Un canal de Youtube tiene mas difusión q un blog.
    Bueno, Marta, lo q el Espíritu te inspire, eso será la voluntad de Dios al respecto.
    No soy muy amiga de los cumplidos (ni me gusta hacerlos y menos q me los hagan) pero en esta ocasión, permíteme decirte q tu blog es precioso.
    Un abrazo y gracias por tus palabras de evangelización.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.