«Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a los pequeños»

Evangelio del día 29 de noviembre de 2022 – Lucas 10, 21 – 24

En aquella hora Jesús se lleno de la alegría en el Espíritu Santo y dijo: «Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así te ha parecido bien. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; ni quién es el Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar». Y, volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte: «¡Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis, y no lo vieron; y oír lo que vosotros oís, y no lo oyeron».

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Para entender esa doctrina suya no hace falta ni ser muy inteligente, ni ser un erudito ni tener estudios de teología. Ni siquiera hace falta ser adulto. Para entenderla – entenderla con profundidad – hace falta una luz que es Dios quien la regala. Y la regala a quien quiere y cuando quiere. 

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