Evangelio Juan 15, 1 – 8 «Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada»
«Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento que no da fruto en mí lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto. Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden. Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos.»
La imagen es de Bru-nO en pixabay
Reflexiones relacionadas
Muchos de nosotros, conociendo o no el mensaje de Jesús, queremos cambiar el mundo, queremos que sea más justo y para ello tratamos de ir siendo cada vez mejores. Sin embargo, hay una piedra en la que tropezamos una y otra vez y es en la falta de constancia: nos dejamos enredar en las distracciones del mundo y a menudo terminamos de nuevo en ese terrible “primero yo, luego yo y después yo”.
Estas palabras preciosas de Jesús en el Evangelio que nos invitan, precisamente, a ser constantes, a perseverar en el amor
Deja una respuesta