Evangelio Marcos 7, 24 – 30 «Señor, pero también los perros, debajo de la mesa, comen las migajas que tiran los niños»
Desde allí fue a la región de Tiro. Entró en una casa procurando pasar desapercibido, pero no logró ocultarse. Una mujer que tenía una hija poseída por un espíritu impuro se enteró enseguida, fue a buscarlo y se le echó a los pies. La mujer era pagana, una fenicia de Siria, y le rogaba que echase el demonio de su hija. Él le dijo: «Deja que se sacien primero los hijos. No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos». Pero ella replicó: «Señor, pero también los perros, debajo de la mesa, comen las migajas que tiran los niños». Él le contestó:
«Anda, vete, que por eso que has dicho, el demonio ha salido de tu hija». Al llegar a su casa, se encontró a la niña echada en la cama; el demonio se había marchado.
La imagen es de melkhagelslag en pixabay
Post relacionados
Jesús siempre miró por el bien de los demás antes de por el suyo propio. Y nunca dudó en hacer hasta lo imposible por ayudar a quien pudiera necesitarle; llegando a cambiar, no ya sus planes personales – que, por supuesto – sino hasta los planes del Cielo cuando fue menester
Deja una respuesta