Evangelio apc Nube de corazón

Muchos de nosotros tenemos cierta tendencia a hacer un juicio rápido sobre las personas a las que vamos conociendo en el camino de la vida. Marcados por nuestros prejuicios y tras una primera impresión, encasillamos a quien tenemos enfrente y decidimos en el momento – creo que de manera no consciente – si le damos o no una oportunidad.

Fácilmente damos esa oportunidad a aquellas personas que por una u otra razón nos pueden interesar; y fácilmente también damos esa oportunidad a aquellas personas hacia las que sentimos cierta afinidad.

Al resto las «tachamos» o, simplemente, las dejamos pasar.

El comportamiento de Jesús nada tuvo que ver con el nuestro, propio de esta sociedad tan individualista en la que vivimos. A Jesús no le movía su propio interés. Lo que le movió siempre fue la necesidad y el interés del otro. Y mientras más necesidad tenía el otro, mayor era el interés de Jesús en él. También supo estar muy por encima de prejuicios y de preocupaciones sobre «el qué dirán».

Hay un pasaje del Evangelio en el que se ve muy bien este tema y es el siguiente: 

Entró Jesús en Jericó e iba atravesando la ciudad. En esto, un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de ver quién era Jesús, pero no lo lograba a causa del gentío, porque era pequeño de estatura. Corriendo más adelante, se subió a un sicomoro, para verlo, porque tenía que pasar por allí. Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo: “Zaqueo, date prisa y baja, porque es necesario que hoy me quede en tu casa”. Él se dio prisa en bajar y lo recibió muy contento. Al ver esto, todos murmuraban diciendo: “Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador”. Pero Zaqueo, de pie, dijo al Señor: “Mira, Señor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres; y si he defraudado a alguno, le restituyo cuatro veces más”. Jesús le dijo: “Hoy ha sido la salvación de esta casa, pues también éste es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido. (Evangelio Lucas 19, 1-10).

Los publicanos eran recaudadores de impuestos designados por Roma. Eran despreciados por sus compatriotas judíos por sus prácticas extorsionadoras y por considerarlos traidores de Israel. Habitualmente no se les veía ni por el templo ni por la sinagoga y se les tenía por pecadores.

Nada menos que en casa del jefe de los publicanos decide hospedarse en esta ocasión Jesús, para escándalo de los allí presentes. Hospedaje y conversación que resultaron de un éxito indiscutible, puesto que a la salida de casa de Zaqueo, éste ya estaba repartiendo la mitad de sus bienes entre los pobres y compensando con creces los fraudes realizados.

Los «pluscuamperfectos» que presenciaron la escena, a los les parecía tan mal que Jesús se mezclara con «la chusma», se equivocaron y mucho; porque Zaqueo, a pesar de sus malas prácticas profesionales, terminó demostrando ser de buen corazón. Lo que no demostraron ellos que, por mucho que observaran las leyes judías, eran murmuradores, rígidos, rápidos para condenar y carentes de misericordia.

¡Cuántas personas, tanto en tiempos de Jesús como ahora se creen buenas y en paz con Dios tan solo por asistir al templo!, ¡qué error más grande!. Si entendemos nuestra religión como una agrupación de inmaculados en la que es mejor no mezclarnos con los que no son así, es que ni entendemos nuestra religión ni conocemos a Jesús. Porque Jesús lo que nos enseñó y lo que nos pide es que cuidemos de los demás: «En esto conocerán que sois míos: en que os amáis lo unos a los otros» (Evangelio Juan 13, 35).

Y, teniendo Jesús como tenía, entrañas de misericordia, ¿con quiénes se iba a volcar más sino con quienes más lo necesitaban? «No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprender lo que significa «Misericordia quiero y no sacrificio«: que no he venido a llamar a los justos sino a los pecadores» (Evangelio Mateo 9, 12 – 13).

Esa misma disposición y esa misma actitud hacia los demás que tuvo entonces Él, adaptada al entorno y la realidad que tenemos cada uno, es la que nos pide que tengamos nosotros también. El cambio que muchos tenemos que dar hasta llegar a anteponer la necesidad y el interés del otro al nuestro es grande; pero ya es un paso importante el tomar conciencia de ello y ponerse en camino.

La imagen es de stux en pixabay

2 comentarios

  1. Hace un año que «nos diste a luz» en los textos evangélicos. Un año de orientación, fundamento y apoyo. Gramorix, Marta

  2. Me encanta cuando dices» mientras más necesidad tenía el otro, mayor era el interés de Jesús»…y es que es verdad…Gracias Marta!

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