Evangelio apc - Reloj de bolsillo

El reino de los cielos se parece a un propietario que al amanecer salió a contratar jornaleros para su viña. Después de ajustarse con ellos en un denario por jornada, los mandó a la viña. Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza si trabajo y les dijo: «Id también vosotros a mi viña y os pagaré lo debido». Ellos fueron. Salió de nuevo hacia mediodía y a media tarde, e hizo lo mismo. Salió al caer la tarde y encontró a otros, parados, y les dijo: «¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar?». Le respondieron: «Nadie nos ha contratado». El les dijo: «Id también vosotros a mi viña». Cuando oscureció el dueño dijo al capataz: «Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros». Vinieron los del atardecer y recibieron un denario cada uno. Cuando llegaron los primeros, pensaban que recibirían más, pero también recibieron un denario cada uno (Evangelio Mateo 20, 1-10)       

Muchos de nosotros, si hiciéramos balance de nuestra vida, posiblemente sentiríamos «que hacemos poco», que no aprovechamos nuestra vida suficientemente para las cosas de Dios, que ya hemos perdido demasiado tiempo y que nos dejamos enredar con facilidad una y otra vez en las cosas atractivas del mundo.

Este pasaje del Evangelio a mí me resulta muy consolador. Porque nos hace ver que cualquier momento es bueno para parar y recomponer nuestra vida, para volverla hacia los demás y  para tratar de hacer del amor nuestro estilo de vida.

Hay quien ya desde la niñez vive así. Estos son los que van a la viña desde el amanecer. Hay otros que se empiezan a vivir así algo más adelante, – ¿a los 20? -, esos son los que van a la viña a media mañana. Otros llegan más tarde, a los 30, los 40, los 50 , los 60, los 70, los 80 …. Dios tiene sus tiempos y nos va llamando a unos y a otros en distintos momentos de nuestra vida. ¿Por qué a unos en la niñez y a otros en la vejez?, yo la respuesta a eso no la tengo; Dios la sabrá. Pero lo importante es que le digamos que sí cuando nos llame, cuando sintamos esas ganas de cambiar. E igual que a todos los jornaleros les pagó lo mismo, un denario, también nuestra recompensa será la misma.

Siempre estamos a tiempo de volver a empezar. Es posible que lo hayamos hecho mal, o muy mal, en el pasado, pero no debemos olvidar ni por un segundo que Dios es Padre y que está deseando que volvamos a intentarlo de nuevo.

Ahí tenemos en los Apóstoles – los escogidos de Jesús – que después de dejarlo todo para seguirle y después de convivir con Él durante sus tres años de vida pública, cuando llegó el momento más difícil de la vida de Jesús, lo cierto es que no dieron la talla: Judas le traicionó, todos se durmieron mientras Jesús sudaba sangre en Getsemaní, Pedro le negó 3 veces y todos, excepto San Juan, huyeron como gallinas y lo dejaron solo al pie de la Cruz. Y esos apóstoles – salvo Judas – que no dieron la talla cuando las cosas se pusieron feas, tras la muerte de Jesús se recompusieron, sacaron fuerzas y valentía de donde antes no había más que miedo y fueron capaces de ir por el mundo el resto de sus vidas evangelizando al mundo entero y llegando cuando fue necesario incluso a dar la vida por Él y por su Evangelio. Y gracias a ellos estamos nosotros hoy aquí, en torno a ese mensaje. Para mí son un claro ejemplo de cambio. En este caso más bien de «cambio dentro del cambio», porque ellos, lo cierto es que ya habían dejado todo para seguir a Jesús.

A la mayoría de nosotros no nos pedirá Dios, como a los Apóstoles, que dejemos todo para ir a evangelizar por el mundo. A la mayoría de nosotros Dios nos invitará, sencillamente, a que continuemos viviendo la vida «que nos ha tocado», aunque – eso sí – desde un profundo amor a los demás.

A quienes sintáis ganas de hacer ese parón y ese balance de vuestra vida os dejo un video con un mensaje que dejó el papa en su viaje a Cuba de 2015. En mi opinión es tremendamente inspirador. Su autora (Anabel Chabarría) lo tituló «Sueña y no dejes nunca de soñar» (son 2 min, 48 seg y merece la pena).

La imagen es de annca en pixabay

3 comentarios

  1. Bien!!!!! a nuestro Abba que siempre nos espera, siempre nos acoge, siemprequiere estemos con El.
    Gracias Marta por ponernos tb el video del Papa. Soñar….soñar en grande, y no «arrugarse».
    Genial!!!
    Merche

  2. Estamos ante otra parábola cuya lectura suele provocar en la gente cierta indignación por consideraciones de justicia social. Siempre he esperado con interés las interpretaciones que de ella hacían los sacerdotes en las homilías y nunca me han convencido. Ésta sí me satisface porque se sale del ámbito de lo social con ese «siempre estamos a tiempo» que nos coloca en otra dimensión.

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