
«Ánimo, soy yo, no tengáis miedo»
Evangelio Marcos 6, 45 – 52
Después de haberse saciado los cinco mil hombres, Jesús enseguida apremió a los discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran hacia la orilla de Betsaida, mientras él despedía a la gente. Y después de despedirse de ellos, se retiró al monte a orar. Llegada la noche, la barca estaba en mitad del mar y Jesús, solo, en tierra. Viéndolos fatigados de remar, porque tenían viento contrario, a eso de la cuarta vigilia de la madrugada, fue hacia ellos andando sobre el mar, e hizo ademán de pasar de largo. Ellos, viéndolo andar sobre el mar, pensaron que era un fantasma y dieron un grito, porque todos lo vieron y se asustaron. Pero él habló enseguida con ellos y les dijo: «Ánimo, soy yo, no tengáis miedo». Entró en la barca con ellos y amainó el viento. Ellos estaban en el colmo del estupor, pues no habían comprendido lo de los panes, porque tenían la mente embotada.
La imagen es de congerdesign en pixabay
Reflexiones relacionadas
¿Nos fiamos de Dios?

En ocasiones muchos de nosotros nos comportamos de una manera poco coherente con la fe que decimos profesar. Creemos tener fe e incluso nos atrevemos a decirlo públicamente, pero cuando llega la hora de la verdad, cuando llega el momento de ponerla en valor y demostrarlo, nos comportamos como si no la tuviésemos. Y nos asaltan los miedos y las dudas.
No tengáis miedo

Son comunes entre muchos de nosotros las inseguridades y el miedo: miedo a no acertar con las decisiones que vamos tomando a lo largo de la vida, miedo al fracaso, miedo a abrir nuestro corazón, miedo a que nos lo rompan, miedo a no dar la talla con quienes queremos, miedo a no dar la talla profesionalmente, miedo a que sufran nuestros hijos, miedo a la muerte, miedo al dolor… Jesús nos invita a que vivamos sin miedo, a que nos sintamos seguros y a que vivamos, sobre todo, con mucha Fe
Deja una respuesta