Son muchas las circunstancias en nuestra vida que nos vienen dadas y que, de hecho, condicionan enormemente nuestra manera de pensar y nuestra manera de ser: el momento histórico en el que nacemos, la familia en la que venimos al mundo, el país en el que nos criamos, la educación que recibimos y el ejemplo que nos dan nuestros mayores, son algunas de ellas.
Pese a esas circunstancias que, efectivamente, no escogemos, todos nosotros tenemos mucha capacidad de elección. Y, si bien es cierto que no todos tendremos, por ejemplo, las mismas oportunidades profesionales, sí que todos podemos llegar a ser el tipo de persona que nos propongamos ser.
Para eso es bueno, en mi opinión, hacer tres reflexiones, muy relacionadas entre sí:
- La primera, sobre dónde queremos llegar, sobre cuál es nuestra meta. Si estuviéramos en un entorno profesional estaríamos hablando de «ponernos objetivos». La meta para muchos de nosotros será compartida: llegar a ser la clase de persona que Jesús nos propone ser; llegar a ser una persona que vive para los demás. Cada uno, por supuesto, en su estilo: unos más apasionados y otros menos, unos más atolondrados y otros más reflexivos, unos más extrovertidos y otros más tímidos … lo mismo da. Todos podemos llegar a ser alguien que vive para los demás, con estilo propio.
- La segunda reflexión sería para hacer un balance sincero – insisto en lo de sincero – sobre nosotros mismos. Para tener claro dónde estamos, cuál es nuestro punto de partida, dónde estamos fallando y cuánto nos falta por recorrer.
- La tercera reflexión sería para tratar de trazarnos un camino identificando al menos los primeros pasos que vamos a ir dando para avanzar en la dirección que nos hemos propuesto.
Si tras nuestro balance nos damos cuenta de que hay algo que constituye un impedimento para que seamos el tipo de persona que queremos ser, debemos cambiarlo. Jesús nos invita a que no nos acomodemos y a que saquemos de nuestra vida todo aquello que contribuya a endurecernos el corazón. Sea lo que sea: noviazgos, amigos, hábitos, trabajos … Ese es el sentido que tiene un pasaje del Evangelio quizás algo difícil de entender:
«Si tu ojo derecho te induce a pecar, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un miembro que ser echado en la gehenna. Si tu mano derecha te induce a pecar, córtala y tírala, porque más te vale perder un miembro que ir a parar entero a la gehenna» (Evangelio Mateo 5, 29 – 30).
También nos invita Jesús a que todo aquello que creamos que nos ayudará a vivir con el estilo de vida que él nos propone, lo acometamos cuanto antes; que no dejemos las cosas para mañana, para el año que viene, para cuando consigamos estar bien situados, para cuando tengamos algo más de tiempo libre, para cuando nuestros hijos sean mayores, para cuando nos jubilemos, para cuando … porque lo cierto es que ninguno de nosotros sabemos ni cuánto tiempo viviremos, ni qué circunstancias serán las que rodearán nuestra vida en el futuro.
«Estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Comprended que si supiera el dueño de la casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría que abrieran un boquete en su casa. Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre» (Evangelio Mateo 24, 42 – 44).
Estar en vela por no saber ni el día ni la hora no significa vivir con miedo ni angustia. Es una invitación a que vivamos nuestra vida de una manera responsable y con una actitud coherente con los valores que decimos tener. Tanto en lo que son los pilares en los que se asienta nuestra vida, como en cada una de las pequeñas cosas de nuestro día a día.
La imagen es de cathopic
Me ha encantado el post, la coherencia es algo que no debemos perder de vista y tratar de ser la persona que quieres ser
Qué orgulloso y complacido estará Jesús de ti, de la Luz sobre su Evangelio y de ponérnoslo al alcance de la mano.
Gracias, Marta, semana tras semana.
Que Dios te lo pague, y su madre, María.
Me encantan tus 3 reflexiones. Claras y sencillas
Es un lujo poder leer tus posts llenos de sabiduría y claridad sobre el mensaje de Jesús. Tienes un don para trasladar su mensaje a nuestra vida actual, gracias por compartirlo, Ojalá podamos seguir disfrutando de tu generosidad mucho tiempo.
Nuestra vocación es la santidad y el evangelio encierra la enseñanza para alcanzarla. 🙂
Muy interesantes las tres reflexiones, aunque a la primera y tercera se les podría añadir llevarlas a cabo con un poquito de flexibilidad. También resulta interesante la interpretación de la cita de san Mateo, pues estos posicionamientos de Jesucristo como duro e intransigente suelen ser difíciles de entender.