Evangelio Mateo 9, 9 – 13 – «No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos»
Al pasar vio Jesús a un hombre llamado Mateo sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: «Sígueme». Él se levantó y lo siguió. Y estando en la casa, sentado a la mesa, muchos publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaban con Jesús y sus discípulos. Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos: «¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores?». Jesús lo oyó y dijo: «No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que significa “Misericordia quiero y no sacrificio”: que no he venido a llamar a justos sino a pecadores».
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Si hubiese abundado la bondad entre quienes vivían en la tierra hace 21 siglos y entre quienes vivimos en la tierra a día de hoy no hubiera hecho falta que Jesús se hiciese hombre. Pero no era la bondad lo que abundaba entonces ni lo que abunda ahora. Precisamente para guiarnos a todos los que no llevamos una vida ejemplar, vino. Porque “no tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos”
Anteponer en el interés del otro
¡Cuántas personas, tanto en tiempos de Jesús como ahora se creen buenas y en paz con Dios tan solo por asistir al templo!, ¡qué error más grande!. Si entendemos nuestra religión como una agrupación de inmaculados en la que es mejor no mezclarnos con los que no son así, es que ni entendemos nuestra religión ni conocemos a Jesús. Porque Jesús lo que nos enseñó y lo que nos pide es que cuidemos de los demás
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