«Tienes razón, Señor; pero también los perritos se comen las migajas que caen de la mesa de los amos»
Evangelio Mateo 15, 21 – 28
Jesús se retiró a la región de Tiro y Sidón. Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle: «Ten compasión de mí, Señor Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo». Él no le respondió nada. Entonces los discípulos se le acercaron a decirle: «Atiéndela, que viene detrás gritando». Él les contestó: «Solo he sido enviado a las ovejas descarriadas de Israel». Ella se acercó y se postró ante él diciendo: «Señor, ayúdame». Él le contestó: «No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos». Pero ella repuso: «Tienes razón, Señor; pero también los perritos se comen las migajas que caen de la mesa de los amos». Jesús le respondió: «Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas». En aquel momento quedó curada su hija.
La imagen es de katrina_S en pixabay
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Cambiar de planes
A muchos de nosotros nos gusta planificarnos. Nos sentimos cómodos teniendo la vida más o menos organizada. Y nos contraría el tener que alterar nuestros planes cuando no es imprescindible.
Jesús siempre miró por el bien de los demás antes de por el suyo propio. Y nunca dudó en hacer hasta lo imposible por ayudar a quien pudiera necesitarle; llegando a cambiar, no ya sus planes personales – que, por supuesto – sino hasta los planes del Cielo cuando fue menester
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