Evangelio del día Imagen mayo 2018

Evangelio Lucas 1, 39 – 56 «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?»  

En aquellos mismos días, María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel de Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamó: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá».
María dijo: «Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humildad de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí: su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia —como lo había prometido a nuestros padres— en favor de Abrahán y su descendencia por siempre».
María se quedó con ella unos tres meses y volvió a su casa.

La imagen es de Free-Photos en pixabay

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¿Qué hace María tras su “sí, quiero” al ángel? ¿se dedica a pensar cómo enfrentar la situación o cómo explicarla?, ¿se dedica a cuidar de ella misma y de su embarazo?, ¿se dedica a autocomplacerse por haber sido la mujer escogida para tan importantísima misión?, ¡qué va!.. Tan pronto conoce por el ángel Gabriel que Isabel, ya mayor, está en estado, no se lo piensa dos veces y se pone, de prisa, en camino hacia Judá para atenderla en los últimos meses de su embarazo

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