Evangelio apc Vías de tren

A lo largo de nuestra vida tomamos muchas decisiones.

Habitualmente decidimos sobre pequeñas cosas del día a día que no presentan ninguna dificultad, pero otras veces la cosa no está tan fácil. Y en ocasiones nos ocurre que incluso nos paralizamos frente a una decisión porque no sabemos qué es lo correcto … no tenemos demasiado claro qué es lo que está bien y qué es lo que está mal y cómo debemos, por tanto, posicionarnos.

Jesús nos da la clave para decidir en estos casos sin equivocarnos.     

En tiempos de Jesús, los Judíos contaban más de 600 preceptos o leyes que debían conocer y respetar. Y viene Jesús trayendo un único mandamiento, el principal, que sostiene toda la Ley y los Profetas y que les da su verdadero sentido. Este mandamiento es el mandamiento del amor. Amor que  se desdobla, a su vez, en amor a Dios y el amor a los hombres.

Si hacemos nuestro – de verdad hacemos nuestro – este único mandamiento tendremos en él la clave para andar por la vida e ir tomando decisiones a lo largo de nuestro camino sean del ámbito que sean, da igual. Es una brújula que sirve para todo.

Con ese único mandamiento nos basta. No necesitamos más criterios. Porque supera, con mucho, todo lo anterior. Nosotros, por ejemplo, tenemos un mandamiento, el séptimo, que nos invita a no robar al otro. Si miramos a ese mismo «otro» desde la óptica del amor, ese séptimo mandamiento se queda corto. Corto no, ¡cortísimo!. Porque no se trata solo de no robarle, no, se trata de cuidarle y de ayudarle en lo que pueda necesitar. Y según cada caso esa ayuda se traducirá en una cosa: en unos casos sera acompañar, en otros casos será escuchar, en otros casos será aconsejar, en otros casos será prestar dinero, en otros casos será … lo que que quiera que sea.

Son numerosos los casos difíciles que aparecen en el Evangelio en los que Jesús tiene que posicionarse entre la Ley y el bien del hombre y lo tiene claro; toma siempre partido a favor del hombre:

Un ejemplo es el caso de la curación en sábado del hombre que tenía una mano paralizada.

Se dirigió a otro lugar y entró en su sinagoga. Había allí un hombre que tenía una mano paralizada. Entonces preguntaron a Jesús para poder acusarlo: «¿Está permitido curar en sábado?». Él les respondió: «Supongamos que uno de vosotros tiene una oveja y que un sábado se le cae a una zanja, ¿no la agarra y la saca? Pues ¡cuánto más vale un hombre que una oveja! Por lo tanto, está permitido hacer bien en sábado». Entonces le dijo al hombre: «Extiende tu mano». La extendió y quedó restablecida, sana como la otra. (Evangelio Mateo 12, 9 – 13)

Otro ejemplo es el de la mujer adúltera, a quienes la Ley mandaba apedrear. En este caso Jesús, no solo no la apedrea, sino que con astucia consigue que ninguno de los que estaban dispuestos tirarle piedras lo hiciera. La salva de una muerte más que segura:

Los escribas y los fariseos le traen a una mujer sorprendida en adulterio, y, colocándola en medio, le dijeron: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La Ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?». Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo. Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: «El que esté sin pecado, que tire la primera piedra». E, inclinándose otra vez, siguió escribiendo. Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos. (Evangelio Juan 8, 3 – 9)

Con este posicionamiento, siempre a favor del hombre, Jesús es consciente de que se la está jugando. Porque sabe que se está haciendo enemigos entre los fariseos, y que éstos no van a dudar en actuar en consecuencia. Pero no por eso se acobarda ni deja de defender la Verdad, pues para eso vino.

Con ese mismo criterio con el que se manejó Jesús en la vida es con el que debemos manejarnos también nosotros, sin miedo a equivocarnos acerca de qué es lo correcto en esas decisiones difíciles. Ante la duda, tenemos nuestra regla de oro: Todo lo que queráis que haga la gente con vosotros, hacedlo vosotros con ella» (Evangelio Mateo 7, 12).

La imagen es de robincreck en pixabay

6 comentarios

  1. Si quiero no equivocarme, es necesario mirar como miraba Jesús y tratar a los otros como me gustaría que me traten. Así no me voy a equivocar y si lo hago, aprender a pedir perdón. Pues nos podemos equivocar pero no tengamos miedo, si en todo ponemos amor. Bendiciones a todos.

  2. Marta es para aplaudirte sin parar!! Es Espíritu se posa sobre ti y derrama su Luz a raudales. Gracias, aleteando, Nete

  3. Padre, ilumínanos y permíteme servirte, ilumíname en las decisiones que tome. Cuídanos y protégenos de todas las adversidades. Amén

  4. Además de tomar decisiones q favorezcan al prójimo, como muy bien resaltas, en primer lugar, tenemos deberes para con Dios Padre: La primera decisión q hemos de tomar es la amarle a ÉL, ofrecerle a ÉL nuestras obras, pues son de ÉL para ÉL.

    También tenemos una obligación hacia nosotros mismos: vivir en pureza interior, por lo q hemos de tener muy presente tomar decisiones q nos mantengan limpios por dentro, y esta limpieza, nos permitirá mantenernos en unión íntima con el Señor. Por ejemplo, imaginemos el caso de un hombre q sea muy bueno, cargado de decisiones q favorecen al prójimo pero q esté esclavizado por la pornografía… pues sería un desastre, ¿verdad?

    Lejos de las 600 leyes judías, nosotros tenemos el decálogo. Los 3 primeros mandamientos se resumen en AMAR A DIOS, con toda el alma, con todo el corazón, con toda nuestra fuerza, con todo nuestro ser. Los 7 restantes, se resumen en amar al prójimo como a nosotros mismos. El octavo, noveno y décimo, además nos orientan a huir de la inmoralidad interior y ser limpios por dentro, condición absolutamente imprescindible para mantenernos en unión íntima con el Señor, unión q nos llevará a tener un corazón amoroso, dispuesto a servir y a entregarnos a los demás.

    (Ojo! No tengas una visión tan reduccionista del evangelio, centrada únicamente en el amor a los hermanos. Es una tentación el resaltar únicamente aquello con lo q más nos identificamos. El evangelio hay q tomarlo entero, sin recortes ni omisiones, pues tantas omisiones, al final constituyen una negación.
    Cuidado con esto! 😉 )

  5. Los problemas se presentan si para favorecer a una persona hay que perjudicar a otra, o cuando hay que optar entre el bien de un individuo o el bien de una comunidad.

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